En otra página de esta web hablo de cómo reconocer a un vidente de verdad y evitar engaños de personas sin escrúpulos. Te recomiendo que visites la página Dudas sobre los Videntes, en el menú Juan Santacruz.
Actualmente el mundo se encuentra sumergido en una crisis generalizada, circunstancia que la gente sin escrúpulos puede tratar de aprovechar para estafar a los demás. El mundo del ocultismo no es una excepción, al contrario. Es posible que tú hayas escuchado a amigos y conocidos comentar que fueron a una sesión de videncia y sintieron que eran estafados; personas que les dijeron que estaban siendo víctimas de brujerías, que les advirtieron de amarres en su contra, les ofrecieron baños de florecimiento o simplemente, les prometieron cosas que jamás sucedieron. Incluso es posible que te haya pasado a ti. No es extraño, pues en un ámbito tan particular como la videncia, donde hay pocas o ninguna garantía, los estafadores encuentran un coto de caza especialmente fructífero.
La situación económica de escasez de trabajo, falta de recursos y problemas económicos para llegar a fin de mes, ha facilitado la entrada en la profesión de personas sin ningún conocimiento. En realidad comprar una baraja de cartas de tarot resulta muy económico; después unas pocas lecciones con libros sobre el tema para aprender los conceptos básicos, y conocer, por encima, el significado de los arcanos. A partir de ahí el susodicho ya es todo un vidente, ¿es así?, pues no, rotundamente no. Un vidente es una persona que por naturaleza tiene un don, después estudia y practica durante muchos años. Algunos, como yo, estudian temas complejos como astrología, y se forman a fondo para disponer de unos conocimientos que realmente les permita ayudar a las personas, porque el verdadero objetivo del auténtico vidente es servir a la sociedad, no hacerse rico. Para enriquecerse existen otros caminos y negocios.
Sin embargo, sería errado afirmar que no hay nada que podamos hacer frente a estos falsos videntes, algunos verdaderamente estafadores. Existen algunas señales para detectarlos y a continuación indico algunas.
Lo primero que el consultante debe considerar es que el vidente o tarotista es una persona inclinada a ayudar a los otros. Si tienes la impresión de que el vidente a quien visitas sólo busca enriquecerse, o mucho peor, venderte sesiones extra para romper cualquier brujería que un supuesto enemigo mortal te haya hecho, es posible que se trate de una estafa. Las personas que de verdad quieren ayudar deben transmitir transparencia, tranquilidad, honestidad, y deben ser precisos y claros durante la consulta.
Eso nos lleva al segundo punto. Un vidente verdadero podrá adivinar tu pasado sin que tú le hayas dicho nada. Será capaz de hablar de tu vida, sin esperar a que le cuentes para después decir: aquí lo veo. Especialmente el vidente o tarotista debe ser capaz de revelar cuáles son las preocupaciones y problemas que en ese momento aquejan al consultante.
El carácter del vidente es otro rasgo a tener en cuenta: si es egocéntrico, materialista, adulador, demagogo o intenta sacarte información, es mejor que te retires de la consulta. También puedes tropezarte con el profesional que durante media hora habla de lo bueno y famoso que es, después rápidamente en diez minutos te echa las cartas. Todas estas personas en realidad no desean ayudar a los demás.
El espacio de la consulta también dice mucho del vidente. Los verdaderos no usan consultorios estereotipos, llenos de bolas de cristal, cráneos humanos, poca luz y cortinas oscuras, que evitan que el consultante les mire la cara. Este tipo de ambiente es una señal de charlatanería del más bajo calibre. Los videntes verdaderos no necesitan vestirse con largas túnicas o hacer entradas impresionantes, teatrales, para ganar credibilidad. Suelen vestirse como el resto de los mortales, y el lugar de la consulta será luminoso y sencillo, para permitir un diálogo abierto y la confianza mutua.
Finalmente, si no tienes referencias el instinto puede ser un buen consejero. En el momento de la consulta observa bien y ten cuidado. No quiero decir que vayas a la defensiva, pero sí que tu espíritu crítico esté presente.
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