Mancia Considerada muy Importante
La cristalomancia es un arte adivinatorio que se originó hace miles de años, cuando las personas se dieron cuenta de que la contemplación de un objeto brillante y transparente (como cristales, espejos o piedras preciosas) causaba deslumbramiento e inducía a un estado hipnótico. Es una de las mancias más exitosas y utilizadas de la llamada magia menor, y también una de las más fáciles de realizar. La cristalomancia es un arte adivinatorio tan vasto y complejo que podría abarcar una obra aparte, pero en este texto hablaré de sus características más importantes.
¿Qué hace de esta mancia un arte tan popular? La cultura esotérica atribuye a los cristales propiedades energéticas que influyen en el desarrollo de la videncia, especialmente si el cristal posee un tamaño suficientemente grande y una forma oval. Los cristales más utilizados a lo largo de la historia para la adivinación, son el berilio aguaverde claro, los cristales oscuros y las piedras preciosas.
Según los libros de magia y adivinación, la cristalomancia podía ser practicada mediante dos tipos de rituales. Para el primero se necesitaba la presencia de un médium, especialmente si el consultante carecía del poder de la clarividencia; en tales casos, se podía utilizar la mediación de un joven o una joven virgen, que debía haber nacido de un matrimonio legítimo. Antes de la ceremonia los objetos a utilizar se debían consagrar. Para invocaciones ceremoniales se consideraba que el espejo era el objeto idóneo; para invocar visiones sobre asuntos sobrenaturales se utilizaba un cristal. Durante la ceremonia se quemaba incienso, se dispersaban perfumes y se ungían las manos y pies y frente del médium con crisma (aceite de consagración), y se le daba a beber una poción mágica. Después el consultante debía situarse bajo una luz tenue y fijar los ojos en el cristal, hasta que sintiese que su mente se abría, sus sentidos se nublaban (incluso el cristal perdía nitidez) y que no escuchase nada sino la voz del oficiante.
Para la segunda forma de cristalomancia no se utilizaba un médium, y las reglas que la regían eran muy simples: se debía mantener el cristal limpio y no dejar que personas extrañas lo manejen (excepto si se estaba usando el cristal para realizar una adivinación para terceros). El médium debía sostener el cristal entre los dedos pulgar e índice, y observar su interior para ver las formas que revelarían el futuro.
Es interesante citar algunas acotaciones concernientes a los rituales que podemos encontrar en los libros de magia y ceremonias. Algunos ocultistas dicen que para poder comunicarse con los espíritus, el vidente debe llevar una vida de retiro y oración para mantener la pureza de su alma, algo así como un hermitaño. Tres días antes de intentar el ritual, el vidente debe purificar su cuerpo y alma con rezos y abluciones. El ritual puede realizarse en cualquier momento del año, siempre y cuando la Luna se encuentre en cuarto creciente y los planetas en posición favorable, por ejemplo, formando conjunciones armónicas y trígonos. Los preparativos para la ceremonia también deben realizarse en cuarto creciente. Para la ceremonia de consagración, el invocador debe colocar sus manos sobre los objetos, recitar una serie determinada de fórmulas y mirar hacia el Este.
Para que el ritual adivinatorio obtenga resultados, el vidente debe tener una fe profunda y cuidar de que la ceremonia se realice sin omitir ninguna de sus partes, siempre observando el máximo cuidado. El ritual deberá celebrarse en una habitación pequeña, apartada de la casa (como el sótano o el ático), limpia y desprovista de adornos y ruidos externos. Tras la ceremonia, cuando no se encuentre en uso, la habitación debe permanecer cerrada. Para realizar la ceremonia se utiliza una mesa que debe cubrirse con un mantel de lino blanco, y se debe contar con los insumos para prender el perfume que rija el planeta correspondiente al día en cuestión: una antorcha, dos velas en candelabros dorados o de cobre, dos compases, bramante, un cuchillo, tijeras, entre otros. En la habitación también debe haber una espada de acero puro y una rama de avellano joven, de un metro de longitud, en la que se deben grabar algunas letras sagradas. Todos los instrumentos mencionados deben ser nuevos y consagrados antes de la ceremonia, especialmente el cristal, que debe guardarse en un cajón bajo llave.
El objeto central de la ceremonia es, por supuesto, el cristal, que debe medir al menos diez centímetros, y debe ser brillante y bien pulido. Al elegirlo, el consultante debe buscar un cristal puro, sin manchas ni burbujas interiores, y encajarlo en marfil o ébano, también limpio y pulido, sobre un pedestal de montura de madera con el nombre Sada; en las velas se deben escribir los nombres Elohim y Elohe. Alrededor del círculo se deben inscribir los siguientes nombres sagrados en letras doradas: Tetragrammaton, al Norte; Emanuel, al Sur; Agla, al Este; y Adonay, al Oeste.
Para realizar la ceremonia, se debe trazar un círculo de aproximadamente dos metros de diámetro en el que se inserta un cuadrado místico. Después se coloca el cristal y las velas a los lados del círculo con los nombres y letras. El vidente entra en el círculo durante las horas de luz y a la hora de Mercurio e invoca al genio del cristal, llamado Vassago. No es probable que el espíritu aparezca de inmediato; se deben repetir los rezos y conjuros con fe y paciencia, y una vez que el espíritu hace acto de presencia, debe ser atado, y entonces se verá obligado a hablar y a obedecer la voluntad del mago. Sin embargo, el vidente deberá permanecer en el círculo hasta unos minutos después de que el espíritu se marche de la sesión.
Actualmente la práctica de la cristalomancia ha variado considerablemente, perdiendo gran parte del carácter mágico de antaño. Para realizar una sesión adivinatoria no es necesario todo el ceremonial descrito anteriormente, sino que basta con emplear la misma habitación donde se echan las cartas del tarot, por supuesto, perfectamente acondicionada para el menester. A partir de ahí el vidente se relaja y concentra, y con la mano izquierda toma de la bolsa de seda (donde se guardan los cristales) unos cuantos al azar. Los lanza sobre un tablero con indicaciones que hablan de la salud, el amor, el trabajo, el dinero, etc., y según donde cae cada cristal y la naturaleza de éste se realiza la interpretación.
Yo practico este arte desde hace muchos años con éxito, empleando en mi consulta 22 cristales a modo de arcanos, purificados y consagrados. Doy fe de la bondad y precisión de este arte adivinatorio puesto que, según la consulta y situación del cliente, obtengo mensajes muy reveladores que en numerosas ocasiones me sorprenden.
Prevengo al lector de no confundir la cristalomancia con la adivinación a través de la bola de cristal, ya que en numerosas webs se confunde al visitante por un desconocimiento profundo del ocultismo, de las técnicas adivinatorias y el empleo correcto de éstas. Si bien son dos artes parecidos, en realidad son técnicas adivinatorias totalmente distintas.
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