Existen innumerables creencias paganas que afirman que en el nombre de una persona se encuentran rasgos que determinarán su fortuna. Los pitagóricos, discípulos de Pitágoras y continuistas de su obra, afirmaban que el talento, el ingenio, incluso el destino de las personas estaba escrito en su nombre; los adivinos griegos vaticinaron que Aquiles vencería a Héctor debido a que su nombre tenía una superioridad en cuanto a longitud se refiere. Que Hyppolitus sería despedazado por caballos. Príamo sería salvado por su hermana de la esclavitud y que Agamenón permanecería fuera de las murallas de Roma durante largos años.
Un adivino aconsejó a un príncipe, antes de entrar en guerra con Roma, que nombrase treinta cerdos con nombres romanos y godos, y que los encerrase en sus pocilgas. Cuando las pocilgas se abrieron, los cerdos de nombres romanos estaban vivos, pero los que tenían nombres godos habían muerto; entonces el adivino predijo que el ejército godo sería destruido por el romano.
El conde Alessandro di Cagliostro profetizó algunos acontecimientos relacionados con la Revolución Francesa a partir de los nombres y otros datos de los involucrados en este proceso.
La onomancia, el arte de adivinar el futuro a través de los nombres, es una de las mancias más utilizadas y populares: el patronímico como influencia indiscutible en la vida y el destino del ser humano. Esta pseudociencia tiene dos reglas: declara que si el nombre de la persona tiene un número par de vocales, hay algo mal en su lado izquierdo, y si el nombre tiene un número impar de vocales, hay algo malo en el lado derecho. No obstante esta antigua declaración carece de todo fundamento, y quienes practican la onomancia y numerología han observado que esta regla no se cumple a no ser por pura casualidad.
La magia cabalista afirma que el nombre de una persona no es fortuito o arbitrario, sino que proviene de un principio arcano. Nuestro nombre es la expresión del destino que nos depara, y las letras de nuestro nombre encierran la llave de los acontecimientos de nuestra vida. Por extensión podemos relacionar la onomancia con la numerología, pues ambas pseudociencias se encuentran estrechamente vinculadas. Por ejemplo, en numerología asignamos un valor numérico a cada letra del nombre y apellidos, para conocer las motivaciones internas de una persona, la impresión que causa a los demás y las metas (conscientes o inconscientes) que dirigen a un sujeto en su paso por la vida. Si aplicamos la tabla numérica empleada por la gran numeróloga española Gladys Lobos, vemos que:
A=1, B=2, C=3, D=4, E=5, F=6, G=7, H=8, I=9, J=1, K=2, L=3, M=4, N=5, O=6, P=7, Q=8, R=9, S=1, T=2, U=3, V=4, W=5, X=6, Y=7, Z=8.
A tener en cuenta lo siguiente:
- La Ñ se toma como N.
- La LL se toma como dos veces L.
- Con la CH se toman las dos letras por separado, la C y la H.
A continuación pongo un pequeño ejemplo que demuestra la utilidad de la onomancia y numerología, aplicando esta tabla a mi apellido, Santacruz. Tomando letra a letra obtenemos lo siguiente: S=1, A=1, N=5, T=2, A=1, C=3, R=9, U=3, Z=8. Por tanto será: 1+1+5+2+1+3+9+3+8=33. La cifra obtenida por la suma no se reduce a un solo dígito por ser un número maestro. Los números maestros son: 11, 22, 33 y 44, y encierran una gran sabiduría y contenido. En numerología siempre se reduce el resultado obtenido a un solo dígito, porque se trabaja con los números del 1 al 9, excepto en el caso de que aparezca un número maestro. Este número maestro, el 33, según Gladys Lobos significa lo siguiente:
“Destino que transciende las aspiraciones y logros normales y que está en consonancia con sus elevadas motivaciones espirituales. Pronostica una vida de logros extraordinarios, viajes, contactos importantes y experiencias fuera de lo común que pueden llevarle a la cima de su entorno particular. Tendrá una vida activa y destacará tanto por su extraordinaria personalidad y carisma como por sus ideas originales y brillantes. Puede alcanzar éxitos sobresalientes en operaciones de gran envergadura o iniciativas de bienestar común. Usará sus aptitudes intuitivas, financieras, creativas o de organización para hacer grandes cosas y compartirá con los demás su buena fortuna. Será un ser especial, que en el campo que haya elegido, iluminará la vida de sus semejantes con su ejemplo y sus enseñanzas, y dejará un recuerdo imborrable de su paso”.
Doy fe del acierto de la interpretación de mi colega Gladys (semejante a la interpretación de otros numerólogos), pues hasta la fecha se ajusta muchísimo a mi vida. De modo que invito a cualquiera a profundizar en estas artes.
Finalmente comentar que un nombre puede acarrear desgracias, como la guerra y la competencia entre las especies, pero también la sabiduría para elegir y una apuesta que trazar, pues el nombre encierra un pronóstico de su portador como he demostrado en el anterior ejemplo; incluso puede servirle a la mujer como una herramienta para analizar sus pretendientes y elegir el mejor entre ellos. Asimismo, el anagrama (es decir, el crear una palabra con las letras de otra palabra) puede utilizarse para deducir el destino.
La onomancia y la numerología pueden ser usadas perfectamente para bautizar con un nombre más apropiado a un hijo, o incluso, a nivel de negocios, poner a una empresa un “nombre especial” que aporte suerte y beneficios a través de grandes ventas.
Artículo Relacionado
Si quieres profundizar en este tema ves a: Menú > Esoterismo > Numerología