A inicios del siglo XX (20), el que fue célebre médico y ocultista Papus, de nombre de pila Gerard Encausse, publicó un conocido libro llamado Le Tarot Divinataire. Esta obra dio a conocer sus investigaciones sobre el tarot, el juego de cartas utilizado por un grupo de adivinos que andaban errantes de un lugar a otro, un pueblo más conocido como los bohemios o gitanos, y que empleaban las cartas para predecir el futuro, entender el mundo interior del consultante o simplemente pasar un rato de ocio. Por ello, el tarot de los bohemios también es conocido como el tarot de Papus, no obstante la inmensa mayoría lo conoce bajo el nombre de tarot gitano o de los gitanos.
Durante cientos de años los pueblos antiguos manejaron un conocimiento que plasmaron en ciencia, escuelas y técnicas con el objetivo de preservar su sabiduría ancestral. Países como la India y Egipto, desarrollaron conocimientos que transmitían únicamente a las personas que habían pasado ciertas pruebas, sobre todo de orden esotérico (místico, adivinatorio, mediúmnico) y que en realidad hasta hoy la ciencia moderna no ha podido desvelar. Así, cuando vieron que su sabiduría empezaba a difuminarse, determinaron tres caminos para preservar el conocimiento:
- Las sociedades secretas: los Masones, los Templarios, los Alquimistas, los Rosacruces, entre muchos otros.
- Los cultos y ritos: de esta forma el conocimiento pasaba a los sacerdotes iniciados.
- Los pueblos: las tradiciones de las gentes quedaban a buen resguardo en los pueblos, servían como receptáculo de la sabiduría ancestral. Y así fue como el tarot y toda su mística se convirtió en la Biblia del pueblo gitano.
Es digno de alabanza que un instrumento tan simple como una baraja de tarot, pueda abarcar toda la sabiduría de un pueblo nómada y además, en su sencillez, albergue diversos simbolismos y connotaciones.
El ocultista y tarotista Antoine Court de Gébelin considera a la baraja de los gitanos como un libro maravilloso, que sintetiza con gran acierto las enseñanzas de todos los pueblos antiguos. Es gracias al tarot que el hombre puede estudiar las enseñanzas encerradas en todos los simbolismos, de unos simples dibujos plasmados en unas cartas no mucho más grandes que un paquete de cigarrillos.
El tarot de los gitanos comprende 78 cartas que se dividen en 56 Arcanos Menores y 22 Arcanos Mayores. En esto es igual a la gran mayoría de barajas de tarot existentes en el mundo, que se comercializan bajo diversos nombres y plasman distintas imágenes. Las interpretaciones de estas cartas de tarot pueden variar sensiblemente con el paso de los años (según la época surgen modismos que implican cambios), y por supuesto, según el editor de la baraja se aprecian cambios más o menos notables, pues éste puede modificar sensiblemente la imagen y la interpretación para diferenciarse de sus competidores.
Los Arcanos Menores
Los Arcanos Menores se conforman de 4 series o palos de 14 cartas cada uno, sumando un total de 56 cartas de tarot. Este bloque del tarot corresponde a una baraja común, así como sus palos, que tienen las siguientes correspondencias, por ejemplo, con el tarot francés o baraja francesa:
- Los Bastos del tarot corresponden a los Tréboles.
- Las Copas del tarot corresponden a los Corazones.
- Las Espadas del tarot corresponden a las Picas.
- Los Oros del tarot corresponden a los Rombos.
Estos cuatro palos representan las cuatro letras de la divinidad y de otros cultos, como la cábala, siendo éstas sus correspondencias:
- La iod o Bastos, simboliza la masculinidad.
- La primera hé o Copas, representa la feminidad.
- La vau o Espadas, la unión.
- La segunda hé, los Oros.
Para aportar más luz sobre este punto un tanto confuso para el inexperto, añadiré que en la tradición oral de la cábala, en el Génesis y en la tradición hebrea en general, existe un nombre que se emplea para designar la divinidad y que los judíos no pronuncian jamás, este nombre se encuentra escrito por cuatro letras: iod‑hé‑vau‑hé (esta última se encuentra repetida).
A cada letra se le asigna un número, y de este modo las correspondencias numéricas son las siguientes:
- La iod = 10
- La hé = 5
- La vau = 6
De esta forma, el total numérico del nombre iod‑hé‑vau‑hé será de 26 (10+5+6+5). Asimismo, podemos atribuir a cada letra las siguientes representaciones:
La iod: representa el principio de las cosas; todas las demás letras del alfabeto hebreo derivan de esta letra. La hé: es el opuesto al Yo; es la dualidad, el número binario, la imagen de la feminidad, el pasivo, el opuesto al iod. La vau: es la relación que surge de la combinación entre el Yo y el no Yo; es la unión de opuestos, el tercer componente de la Trinidad. La segunda hé: el nombre sagrado se encuentra constituido por sólo tres letras, que representan la Trinidad. Por ende, la repetición de la segunda letra indica la transición del mundo metafísico al mundo físico, por lo que entender la importancia de esta letra es imprescindible para entender el significado del nombre divino.
Las Figuras en el Tarot Gitano
En esta baraja de tarot cada palo está conformado por diez números y cuatro figuras con los siguientes simbolismos:
- El rey representa lo activo, el hombre, el macho.
- La dama simboliza lo pasivo, la mujer, la hembra.
- El caballero lo neutro, la juventud, el adolescente.
- El valet es el paje o sirviente, puede ser hombre o mujer.
Adicionalmente, cada carta del tarot equivale a una letra de la palabra divina, siendo el valet (paje) el equivalente a la segunda hé, la carta de transición entre los números y las figuras.
Los Arcanos Mayores
En cuanto a los Arcanos Mayores son 21 cartas numeradas, más la carta de El Loco, que no tiene número en este tarot (en otras barajas de tarot puede tener número o no). Sin embargo, estas cartas no se encuentran agrupadas, y por el contrario, cada lámina posee una imagen y una idea independiente. Debido a esta independencia la numeración de las cartas es más efectiva para ordenar la baraja. Así, empezaremos la clasificación tomando en cuenta los primeros cuatro Arcanos:
Tras el primer ternario (1, 2 y 3, positivo), el 4 se transforma nuevamente en el iod, por lo que obrará en el 5 y el 6, mientras que el número 1 afectará a los números 2 y 3. De esta forma resulta un nuevo ternario: 4, 5, 6 y 7 (negativo).
Ambos ternarios conforman el llamado primer septenario, en positivo, que simboliza la letra iod. Advierto que es un método un tanto complejo y cuesta familiarizarse con él.
Continuando, ahora el 7 actuará como un nuevo 4, y así formará el llamado segundo septenario. Este septenario abarca los números 7, 8, 9, 10, 11, 12 y 13, negativo y simboliza la letra hé.
El tercer septenario está conformado por los números 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 19, es de naturaleza neutra y simboliza la letra vau.
Sin embargo, vale destacar que cada septenario comparte un término con el septenario que le precede o sigue: 4, 7 y 13, y que además tenemos tres números sin clasificar: 19, 20 y 21. Este último ternario constituye la transición entre los Arcanos Mayores y los Arcanos Menores. Tenemos una última lámina que, según la correspondencia con las letras hebreas, debiera llevar el número 22 y que cierra el tarot.
De este modo podemos concluir que el primer septenario corresponde al Mundo Divino o de Dios; el segundo ternario se refiere al hombre; el tercero simboliza la Naturaleza; finalmente, el último ternario indica el tránsito del mundo creador y providencial al mundo creado y fatal.
Si nos familiarizamos con la palabra divina iod‑hé‑vau‑hé, la numerología hebrea y las relaciones entre estas premisas y los Arcanos, apreciaremos que las cuatro primeras láminas de los Arcanos Mayores encierran un valor en correspondencia con este principio; así, las primeras cuatro cartas de este tarot expresarán los siguientes significados:
- Creador o Divino.
- Conservador o Astral.
- Transformador o Difusor.
- Generador o Transitivo.
Las cuatro primeras cartas del tarot forman una serie que corresponde simbólicamente a la palabra divina iod‑hé‑vau‑hé. El resto de los Arcanos Mayores del tarot constituyen únicamente consecuencias y resultados de las transformaciones de las tres primeras cartas, con las que además podemos determinar el sentido numerológico de las siguientes láminas.
Finalmente, de modo resumido, podemos determinar los valores simbólicos de las cartas del tarot: iod, serie positiva o creadora: 1, 4, 7, 10, 13, 16, 19. Primer hé, serie pasiva o de transición: 2, 5, 8, 11, 14, 17, 20. Vau, serie neutra o transformadora: 3, 6, 9, 12.
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